jueves, 30 de diciembre de 2010

SIN MUSICA LA VIDA SERIA UN ERROR

Cuando practicaba en el departamento psicopedagógico del colegio Casuarinas, me tocó hacer la evaluación vocacional a los chicos de quinto de secundaria. Dentro de la batería de pruebas, había una que servía para determinar cual de todas las inteligencias (Inteligencia lingüística, lógica-matemática, espacial, musical, corporal-cinestésica, intrapersonal, interpersonal y ecologista) es la que predomina en las personas.

Como no teníamos mucho que hacer, mi amiga A. y yo decidimos matar el tiempo aplicándonos la prueba. No me sorprendió que la prueba arrojara que la inteligencia musical era la predominante en mi caso. Siempre me he aprendido canciones con mucha facilidad, de chiquita me sabia las canciones de todos los comerciales y recuerdo canciones de esa época casi casi a la perfección. No toco ningún instrumento pero me amo cantar, aun que no lo haga tan bien.

En realidad mi tema con la música va más allá, no sólo se trata de un tipo de inteligencia, porque al final esa información llego tarde. Tal vez si hubiera sabido en el cole que existía la inteligencia música hubiera hecho una canción diferente para cada tema tocado en clase y quién sabe, hoy podría ser un genio de la Nasa. Mi tema con la música va mucho más allá (repito).

Dicen la que la música apacigua a las bestias. A mí me apacigua, me emociona, me hace reir, me enoja, me hace llorar, me desconecta del mundo. No en vano mi objeto favorito es mi Ipod y mi actividad preferida es salir a caminar en la nochecita (así puedo irme por donde quiera y escuchar toda la música que me dé la gana).

Es muy graciosa mi relación con la música. Soy quisquillosa en mi manera de guardarla. En el Ipod todas las canciones tienen el titulo perfectamente escrito, el nombre completo del cantante empezando el nombre y el apellido con mayúsculas, en álbumes esta el nombre del álbum sólo si hay más de 1 canción de ese álbum (me desespera que hayan miles de álbumes con una sola canción), si no cumple con el mínimo de canciones requeridas para crear un álbum en se espacio va de nuevo el nombre del cantante y para terminar borro el género musical, tampoco quiero complicarme tanto la vida (Quién diría que Majo es neurotiquita).

En mi Ipod tengo canciones que no necesariamente me gustan pero las tengo porque me hace recordar una época específica de mi vida (como las de Salserin). He metido en el mismo saco a Disney y a los Hermanos Yaipen, a Alejandro Sanz y a Juan Luis Guerra, A Norah Jones y a Floricienta. Tengo canciones que me empoderan como Gives you hell de All american rejects y canciones que, literalmente, me hace llorar, como Everything de Michael Bublé.

Mi forma de escuchar música es también muy muy extraña. Cuando estoy caminando en la calle intento ser caleta para que la gente no me escuche cantar o no vea la cara que pongo cuando canto algunas canciones. Intento que mis movimientos sean lentos, porque tengo la costumbre de mover la cabeza, los hombros o la aplaudir cuando aparece un ritmo un poco más fuerte en alguna canción (las personas que han visto la introducción de Friends conmigo, saben perfectamente a que me refiero), así que intento canalizar toda esa energía reprimida y dirigirla a mi mano derecha, entonces termino dándole golpecitos suaves pero rítmicos a mi cadera.

También me gusta imaginar cómo haría el video de la canción que estoy escuchando mientras camino y no sé por qué pero la chica del video siempre está caminando en una calle igualita a la calle en la que estoy caminando. Ah y además se parece mucho a mí…Raro ¿no?

1 comentario:

Javier Cáceres Paurinotto dijo...

bienvenida a la cofradía de los melómanos que se aman a sí mismos meciéndose entre las lianas que algunos llaman partituras...(nunca me vi más reflejado en un post...NUNCA)
un beso grande...