martes, 11 de enero de 2011

PSICOLOGIA PARA DUMMIES – PARTE I

En mi clase de terapia cognitiva discutíamos sobre los pasos que debemos seguir en la primera sesión terapéutica y vimos un video de Beck (el padre de la Psicología Cognitivo-conductual) entrevistando por primera vez a una señora que estaba deprimida.

En particular, me pareció que el video era súper interesante. Beck, sabía de antemano cuales era los pensamientos automáticos de la paciente, cosa que me resulta complicada y no sé si algún día sea una experta, además hacía pensar mucho a su paciente y la mantenía conectada con lo que pasaba en la sesión (algo que es un poco complicado, los lapsos de atención de un deprimido son cortos). Sin embargo, me pareció un poco fuerte cuando Beck, le pregunto a la mujer si había intentando o había tenido pensamientos suicidas.

No sé por qué el tema de la muerte es UN TEMA para mí y sobre todo el suicidio. Es algo muy fuerte, algo que no se le cuenta a cualquiera, pero en sesión tienes que hacer preguntas fuertes y es obvio que habrán respuestas fuertes. La profesora nos acentuó lo importante que es saber si la persona había tenido pensamientos suicidas y debíamos indagar de que tipo eran los pensamientos, pasivos o activos. Por si no lo saben, un pensamiento suicida no es solo imaginarme cortándome las venas o cuando planeo como voy a tomarme un frasco de pastillas o cuando pienso que debería conseguir una pistola para pegarme un tiro. Un pensamiento suicida es el querer que me atropelle un carro o tener ganas de dormir y no despertar. No planeas tu muerte, pero esperas que algo pase, que algo acabe con lo que sientes.

Cuando sabes que existen los pensamientos suicidas pasivos tu percepción cambia (por lo menos la mía cambio). Todos en algún momento hemos tenido una emoción que nos sobrepasa. Una pena tan profunda que deseamos que algo nos pase. Queremos dejar de sentir. Desaparecer.

El asunto finalmente termina en que no solo es necesario explorar las ideas suicidas del paciente (estoy más que segura que todos alguna vez hemos tenido alguna o la tendremos). El asunto está en averiguar el nivel de esperanza del paciente. Cuando un paciente tiene un buen nivel de esperanza, sabe que pasa por un mal momento pero también está seguro de que todo tiene solución, que estoy es pasajero y que todo mejorará, la probabilidades de que se suicide son bajísimas. El paciente que nos debe preocupar más, es el que tiene un pobre nivel de esperanza, el que no ve la salida, el que siente que no mejorará, probablemente ve el suicidio como la única solución. La respuestas a sus miles de preguntas. La cura a todos sus males.

Esta clase de psicología tiene un propósito, lo prometo, pero estoy muy cansada como para seguir escribiendo. Así que, mañana escribiré la segunda parte del post.

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