martes, 11 de setiembre de 2007

CUENTITO


Erase una vez , un maravilloso día en el Jardín de los Sentimientos, encontrábanse todos allí reunidos para decidir qué hacer, pues estaban muy aburridos, prueba de ello era que el Aburrimiento no dejaba de bostezar, aunque no era raro en él. Cada sentimiento daba su opinión:


- ¿Por qué no nos echamos una siesta? - decía la Pereza.

- No, no, escalemos aquella peligrosa montaña. - decía el Atrevimiento.


El caso es que no se ponían de acuerdo, hasta que la Diversión tuvo una estupenda idea, quién si no.


- Ya sé, podemos jugar al escondite, pasaremos un rato muy divertido. - dijo.


La Curiosidad, sin poder contenerse, preguntaba:


- ¿Al escondite? ¿ Y cómo es eso? - decía, la Curiosidad.


Mientras tanto, el Entusiasmo bailaba, secundado por la Euforia. Esta vez sí se pusieron de acuerdo, aunque no lo hicieron para ver quién era el encargado de buscar a los demás.Como nadie se animaba, fue el Amor aquel que tomó tal responsabilidad. -De ahí que digan que el AMOR es atrevido-. De esta forma ya iniciaron el juego, cada cual buscó su escondite. La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre se dejó caer en la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo. La Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del roble más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. - Que si un lago cristalino, ideal para la Belleza; que si una ráfaga de viento, magnífico para la Libertad; que si una pequeña grieta en un árbol, perfecto para la Timidez, ... - pensaba la Generosidad.


Así que terminó por ocultarse tras un rayito de sol. La Mentira, por su parte, se escondió en el fondo del lago (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris). Y el Olvido ... se me olvidó dónde se escondió ... pero eso no es importante. Mientras tanto, el Amor contaba hasta cien:


- Uno, dos, tres, ..., noventa y nueve, y cien. - contaba en voz alta.


Entonces se dispuso a buscar, se le veía lleno de entusiasmo y vigoroso, como si la vida dependiera de ello. -Por esto se comenta que el AMOR es entusiasta-. Estaba el Amor cerca de un árbol, cuando algo lo alertó; eran los ronquidos de la Pereza que dormía plácidamente detrás de la piedra.



- Por la Pereza. - decía el Amor al verla.


A la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. - Por la Pasión y por el Deseo. - continuo diciendo el Amor. En un descuido encontró a la Envidia, y así pudo deducir donde estaba el Triunfo.



- Por la Envidia y por el Triunfo. - decía el Amor.

Prosiguió su camino junto al río, miró aquellas cristalinas aguas y observó a la Ilusión encima de una nube.



- ¡Por la Ilusión!.



Llegado el punto, se encontró que el sendero se dividía en dos, un dilema sí. El Amor no se decidía. -Es por ello que también el AMOR es indeciso-. Tras mucho pensar, optó por el camino de la izquierda y a escasos metros, oyó unos lamentos; era la Tristeza que lloraba sin consuelo tras un arbusto.


- Por la Tristeza. - dijo Amor.


Más tarde, llegó a una laguna preciosa. En la orilla se alzaba una vigorosa montaña de la que se descolgaba majestuosamente una catarata. Fue entonces cuando, al levantar la vista vió en el filo de la cima a el Valor que se disponía a saltar.


- Por el Valor.



Así fue encontrándolos a todos, al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris (mentira, al final estaba en el fondo del lago) y hasta el Olvido ... que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite. Ya estaba atardeciendo en el Jardín de los Sentimientos, sólo quedaban por encontrar un sentimiento, la Locura. Preocupados todos, comenzaron a buscarla:



- Locura, ¿dónde estás?. - decía el Egoismo. - Venga, sal ya que es muy tarde. - gritaba la Conciencia.


Tras mucho buscar fue cuando el Amor supuso dónde encontrarla, sólo le quedaba buscar en las zarzas que junto a una hermosa fuente había. El Amor con ímpetu se dispuso a buscarla adentrándose en ella. -Sí, es por esto que se diga que el AMOR es impetuoso.- Con mucho cuidado fue intoduciéndose en el espeso zarzal, aunque desgraciadamente no pudo evitar que una espina de zarza se le clavara en los ojos. Salieron entonces la Locura y el Amor; los ojos ensangrentados tenía éste, llorando venía ella. Todos se quedaron consternados, nadie decía nada. El silencio era solemne, hasta que la Locura habló:


- Siento mucho lo ocurrido, mas reconozco mi culpa. Por ello me comprometo a ser tu fiel y entregada guía. Desde hoy yo seré tus ojos, Amor. -Así ocurrió.



Es pues, desde entonces, que en cualquier rincón del mundo todo aquel que hable del AMOR diga que es ciego y loco.