Ella descubrió que caminar sin
compañía era mejor. Descubrió que realmente nadie se preocupa por nadie, a
nadie le importa nadie. A ti tampoco te debería importar nadie; le dice el humo
del cigarro que decidió prender intentando calmarse.
Hoy le importa poco matar con la
boca. No mide la magnitud de sus palabras, de cualquier manera siente que habla
con una pared. Seguramente esas palabras duras que vomita calen más profundo
que las esas palabras bañadas en miel que se cansó de soltar, pero ya está. A
veces no se logra nada, ni a las buenas ni a las malas.
Piensa tanto en esa frasecita que
le soltaron no hace mucho: "acércate a los
que te ayuden a crecer y aléjate de los que te traten de bajar". En ese
momento la frase le dolió. Fue como una cachetada. Hoy tiene un tinte de
consejito barato.
Pero luego se pone a pensar.
¿Quién te ayuda a crecer? Al final todas las personas a las que conoce la jalan un poco para abajo. La tiran
de vez en cuando al piso. Y aun que la mayoría de las veces no le importe hoy
le duele la indiferencia de otros. Le duelen las heridas las manos y las marcas
de uñas en el brazo. Ésta vez está harta de atragantarse con las cerezas de los
demás.